¿Recuerdas esa niña
que llevabas en los brazos?
Niña, tú también,
la vida te dispuso
esa carrera hacia la Aurora:
bella
como ninguna,
llena de tesoros.
Nunca te has arrepentido de todos
tus tropiezos.
Nunca quisiste abortar el fruto
de tu vientre
y continuaste caminando
hacia la belleza que desborda el mundo.
Aunque después llegaran
esa caricatura de la sombra,
el fiero lobo de la despedida,
la garra de la muerte,
y se llevaran todo el aire
con el que respirabas,
la pura savia de tu amor materno.
Miras esa fotografía,
cuya luz no cesa,
como único consuelo
y pides un milagro
para regresar al tiempo antiguo
de los dioses.
Aunque ya lo único que te queda
es el recuerdo gris de lo imborrable.
( De mi libro El don de la batalla )